Torre de Derbhad

La enorme torre, un lugar lleno de sorpresas...

Los rugidos del dragón se podían oír desde cientos de kilómetros, y como se acercaba lentamente a la torre... Miré a lo lejos una especie de torre, donde había un olor, el de la feérica; Yiatxia.

Seguí surcando los cielos, despacio sin prisa... No tenía ninguna prisa por llegar a los lugares, ya que no me podría pasar nada, no creo que a ninguna raza les gustase tocarle la moral a algún dragón, sería una muerte segura. Llegué a tierra firme trasnformándome en humano mirando hacia los lados, sin ver a nadie, coloqué mi mano en la frente y chasqueé la lengua del fastidio.

Me estiré un poco haciendo que unos huesos de mis brazos y espalda crugiesen un poco de forma un tanto violenta, y hice círculos, despacio, con la cabeza, y también crugieron unos pocos más. Poco a poco coloqué mis manos en los bolsillos, yéndome hacia la torre.

Seguí paseando hasta ver la esbelta figura de Yiatxia, mirándola de reojo clavando mi fría mirada sobre la suya, el otro día se alió con la Shek, no lo ví para nada extraño, ya que ella mi odiaba, y yo la odiaba a ella.

-Si hubieses vivido todo lo que yo he tenido que vivir, lo entenderías...-Murmuro girando sobre mis talones para mirarla a ella, sacando mis manos de los bolsillos cruzándome de brazos. ¿Quién demonios se creía ella para hablar de mi forma de ser? Yo soy bien feliz tal y como soy, y a quien no le guste, que tome puerta y se vaya a tomar por culo.

-Guardate tus acusaciones, yo solo quise limpiar el mundo con tu raza, y con todas las demás que estaban en contra de los shek, si supieses la cantidad de sheks que a matado tu raza y la mía juntas...-Digo negando con la cabeza, recordando los gritos de odio, los siseos de los sheks... La sangre salpicar sobre mi rostro, me giré para mirar al otro lado y sonreír macabramente.

-No es porque haya perdido algo... Es que, hay... Que sacar la basura-Murmuro con auto suficiencia, y con la basura me refería a los Sheks, no pararé hasta exterminarlos a todos, y no dejaré a ninguno con vida, y si me quedo con ganas de más, exterminaré otra raza si hace falta.

-Para mí no hay paz... Siempre hemos estado en guerra, y me da igual lo que digan...-Murmuro con odio en mis palabras. ¿Paz tras 1500 años de guerra? ¿Estamos de broma, no? No hay paz que valga, eso es para los débiles.

-Un dragón... ¿Creído?...-Digo girándome hacia ella, creando una fina sonrisa ladeada, mirándola.

-Sí, puede que sea un creído, pero. ¿Por qué? Si lo hago será por algo, ¿No crees?-Le pregunto mirándola, si cree que me va a fastidiar con esto que me está diciendo lo lleva crudo, ahora mismo me importaba tres rábanos todo lo que me dijese.

-¿Yo? ¿Decepcionado de mi vida? No me hagas reír Yiatxia, estoy muy feliz con la vida que me a tocado, no te creas que por decirme cinco gilipolleces vas a hacer que cambie de idea, o cambie mi forma de ser, llevo mil años siendo así, y una cosa como tú nunca me llegaría a cambiar...-Murmuro con un tono de asco en mis palabras, mirándola, ¿Quién se creía que era para cuestionar mi forma de ser, mi vida, o cualquiera cosa de mí en general?

-¿A tí...? Creo que no hay nadie más excepto tú y yo...-Murmuro mirando hacia los lados, evidentemente, como yo dije; no hay nada, ni nadie, excepto ella, y yo. Ví como apretaba los puños, que fácil es hacerla cabrear...

-Lo siento, pero creo que lo de rata inmunda no puede aceptarse en mi caso, ¿No era un dragón egocéntrico, estúpido, creído y decepcionado de mi vida?-Murmuro sonriendo levemente mientras apartaba su mano de mi cuello, riendo suavemente al ver que la logré cabrear de verdad, que divertido era esto.