Palacio de Cristal

-así que una shek...con razón querías saber si habían dragones por aqui- Luego sonreí para responder su pregunta.

-Yo soy Luz Herrera, princesa de Nanetten- siempre había querido presentarme así por lo que traté de contener mi risa

Un dragón negro sobrevuela el lugar haciendo que los árboles se sacudan violentamente y perdiendo un poco del follaje de estas. Me coloqué en el suelo olfateando la peste shek que irradiaba alguien en este lugar, por fín tendría algo de diversión de verdad, y nada de chorradas ni gilipolleces. Me transformé en humano teniendo preparada la espada. Por si tenía que actuar con violencia. Me paseé por el lugar olfateando el olor de la Shek que habitaba este lugar.

Yo quería divertirme y la chica quería aprender de las razas. Empezé a dejar que mi imaginación volase. Comenzé a imaginarme cosas que solo yo entendería. Una sonrisa sin motivo se dibujó en mi rostro

En eso abro mis ojos y aparece el chico dragón, miré a Yia...

Sigo caminando con los ojos cerrados, lo mejor de los dragones, además de su amplio poder, es su gran instinto olfativo, me adentré dentro del palacio de cristal, aquí adentro apestaba cada vez más a shek... Pronto encontraría a la shek, pero... Además de ese rancioso olor, habían dos más... Uno, uno era de Yiatxia, y el otro de Luz, de la humana, seguramente... No me importaba nada que estubiesen aquí. Si hace falta. Me cago el edificio entero sin supervivientes.

Seguí olfateando el lugar, intentando descubrir el paradero de esa maldita Shek y las otras dos, no tendría compasión, en un pasado maté cientos de sheks, cientos, incluso miles, con tantos años de guerra era normal matar una cantidad tan grande de ellos. Seguí paseando por los cristalinos lugares de este palacio.

Definitivamente, olí con el hedor de la Shek, levanté poco a poco mis ojos, viendo a... Quién yo me imaginaba que era... A a shek, a Luz y Yiatxia, me acerqué lentamente, mis pasos resonaban por todo el pasillo, y en la sala en que estábamos, mis labios empezaron a temblar, un poco, hasta que decidieron tomar una forma exacta... Mi sonrisa se ladeó hacia un lado, una tétrica sonrisa, empecé a andar hacia ella, observando quién era la shek, oh... La ex reina de su patética raza, quién lo diría...