Bosque de Awa

Llegué en mi forma dragónica, levantando hojas y ramas secas por doquier, ví un pequeño riachuelo y decidí transformarme en humano en lo alto de un árbol, bajé por las ramas con saltos ágiles y rápidos, y me arrodillé enfrente del riachuelo cogiendo un poco de agua entre mis manos, observando como esta agua no estaba corrompida por los sherks, tiré del agua entre mis manos a mi cara para refrescarme un poco...

Recordé que hoy mismo estaba viendo a una persona con un sherk... No pude matarlo, no quería dejar al otro manchado de su sucia sangre... Odiaba a los sherk por encima de todo y no perdonaría la vida de ninguno, hoy solo hice una pequeña excepción porque lo ví acompañado, la próxima vez le arrancaré la cabeza de el tronco y me haré unos pinchitos con su columna...

Me dispuse a sentarme en el suelo, pero antes de eso quise volver a refrescarme un poco el rostro, me senté finalmente en el suelo al lado del riachuelo entrecerrando los ojos y colocando mis manos en la nuca, intentando estar en armonía con el lugar, en el cual logré estarlo al poco...

Pero oí algo, o alguien acercarse a mí, no le dí ninguna importancia, ya que ningún Sherk decidiría pasar por aquí, no creo que sean tan estúpidos, serían demasiado fáciles de matar. Abrí lentamente uno de mis ojos y ví a la chica de ayer ¿Acaso me está siguiendo o qué?.

-Buenas... Tardes, Yiat-Le dije a la morena al verla cerca de mí, observando como a lo lejos estaba en su modo armónico con este lugar. Deducí que era feérica. Pero ¿Cómo es que una feérica el otro día fué al desierto...? Creo que allí se hubiese calcinado bajo los rayos del sol, ese día hacía muchísimo sol...

Me encojo de hombros ante la pregunta de la chica volviendo a cerrar los ojos. Siempre estaba serio, mi oscuro y terrorífico pasado me atormentaba día y noche, y cada día se volvía más loco, más frío, más sádico... Un día de estos explotaría y mataría a todo aldeano de Idhun, seguro... Pero me era imposible evitarlo, si la gente conociese lo que he tenido que sufrir yo en mi milenio y pico de vida sabrían lo que es sufrir soledad año tras año, y estamos hablando de un largo milenio, mil años de soledad, y más de 1400 años de guerra...

Solté un pequeño bufido y el agua se evaporó al entrar en contacto con mi aliento. Levanté mi mirada hasta la chica y me puse de pie. Odiaba que me mojasen y la miré de mala manera, perdiendole el poco respeto que le tenía a la chica.

-¿Quién te crees que eres tú para mojarme, o bueno, para intentarlo? ¿Cuántos años tienes?-Le decidí preguntar, como se enzarzase conmigo en una pelea ni su propio bosque la salvaría de mis garras.

-Si me contestas, te diré porque importa tu edad. Aunque no importa mucho, pero me ayudaría a explicarte lo que me pasa. Si tu mente logra comprenderlo-Digo rodando los ojos, que niña más molesta por dios, me crucé de brazos mirándola aún, esperando a que contestase.

-Bah... Si supieses lo que he tenido que vivir yo...-Murmuro por lo bajo volviéndome a sentar en el suelo, con la mirada perdida en las copas de los árboles casi invisibles de la cantidad de ramas frondosas antes de llegar a lo más alto de estos... Cerré lentamente los ojos volviendo a la posición de antes y colocar ambas manos en mi nuca, acomodándome en la fría y dura roca al lado del riachuelo, relajándome en el lugar.

Pasé del comentario de la chica ignorándola por completo; me importaba un bledo lo que pensase, pero, si quiere morir, va de muy buen camino...Abrí lentamente los ojos sin dejar de mirar el cielo, bueno, las copas de los árboles, entretenido.

Yo, tan relajado, volví a mi estado normal, serio, pero tranquilo... Poco duró esto, puesto que noté una gran mancha sobre mi cabeza... Agarré un poco de lo que parecía ser y lo llevé a mi nariz; tierra, tierra húmeda, me acerqué al riachuelo metiendo la cabeza entera quitándomelo todo. Saliendo de aquí con toda la cabeza mojada. Saqué mi mata Sherks y me acerqué a ella con una mirada amenazante, y un rostro que paralizaría a cualquiera. La agarré del cuello estampándola contra un árbol y poniendo mi espada sobre su cuello.

-¿No me crees capaz de ello? Jé... Estúpida-Murmuro con un tono mucho más cambiado de lo normal, un tono frío, muy cortante, un tono de voz muy cabreado, miraba su cuello apretando despacio mi espada sobre este, poco a poco aprentando más fuerte, poco a poco... Dentro de nada mi espada estaría clavada en su cuello.

-No... Hoy no...-Digo apartando mi espada de su cuello, pero eso no la iba a salvar; hundí el la punta de mi espada en su hombro abriéndole una profunda herida, pero no muy importante que digamos. Saqué mi espada de su hombro alejándome de ella. Así aprendería a jugar con un dragón; si juegas con fuego, te quemas.

-Inútiles... Todos sois iguales. No sé como podimos defenderos...-Murmuro enfundando mi espada mientras agarraba un pañuelo que tenía en el bolsillo, lo suficientemente grande para tapar su herida. Me acerqué a ella pasando el pañuelo por su herida y hice un nudo bien fuerte, seguramente le abría echo daño al atar la tela en su hombro, pero al menos dejaría de sangrar.

-Sé que soy un canalla... Un asesino, un hijo puta. No hace falta que lo digas.-Murmuro, puesto que no sería la única persona que me lo dice, a decir verdad, me importa una mierda lo que me dijesen de mí.

-Puedo ser peor que ellos incluso si quiero. Podía haberte matado ahí mismo, pero ¿Sabes qué? Me caíste bien, más de uno hubiesen suplicado por su patética vida. Tú me retaste; quizás por eso te mereciste eso, tómatelo como cumplido, la cuchillada en tu hombro, digo-Le digo mientras miraba el riachuelo, tranquilo, calmado.